El año pasado la directora de cine Catherine Prowse realizó un cortometraje para la asociación Childline, dirigido a los jóvenes con el objetivo de explicarles la importancia de encontrar una identidad propia y de aceptar las diferencias.
El vídeo empieza con un monstruo parecido a un ovillo informe que saca un disfraz del armario para presentarse igual a los demás. A pesar del disfraz, durante la mañana en la escuela, no logra saludar a sus compañeros porque tiene vergüenza, se siente juzgado y da por descontado que ser diferente es malo. Además, este vestido le queda estrecho y cada vez que se mueve, parece estar a punto de romperse. Durante una fiesta de repente una chica muestra su verdadero aspecto; entonces el protagonista decide revelar también su forma auténtica. Por fin, se siente libre de expresarse. Todos los demás hacen lo mismo y el corto se concluye mostrando el título “Nobody is normal”, o sea nadie es normal.
Este corto expone unos problemas muy comunes entre los adolescentes: la identidad del grupo, el conformismo y la presión social, causada por los estereotipos y prejuicios.
La identidad personal en la adolescencia pasa al comienzo por la homologación y la identificación con el grupo de pares, que constituye una fuente importante de apoyo social y compañía. Esto satisface la necesidad de aceptación y seguridad. Luego, cuando el chico crece, mejora sus conciencias, su confianza, su capacidad de análisis de la realidad y de discernimiento y control de las emociones logra emanciparse y mostrar sus particularidades.
La teoría del aprendizaje social sugiere que no es necesario que los adolescentes observen un comportamiento determinado y lo adopten; es suficiente percibir que el grupo de compañeros lo acepta, para poder optar por comportamientos similares (Petraitis, Flay y Miller, 1995). En otras palabras, pueden determinar fuertemente la preferencia en la forma de vestirse, hablar, usar sustancias ilícitas, comportamientos sexuales, adoptar y aceptar la violencia, adoptar comportamientos criminales y antisociales, y en muchas otras áreas de la vida del muchacho (Padilla, Walker & Bean, 2009; Tomé, Matos y Diniz, 2008). Es más, la imitación de comportamientos de riesgo y abuso de alcohol y sustancias estupefacientes es mayor si se realiza durante eventos sociales.
Camacho, Tomé, Matos, Gamito y Diniz (2010) confirmaron que los adolescentes a quienes les gusta la escuela eran aquellos que con mayor frecuencia formaban parte de un grupo de compañeros sin involucrarse en conductas de riesgo.
A pesar de la influencia positiva del grupo de compañeros durante la adolescencia, cuanto mayor es la autonomía del adolescente con respecto al grupo de los amigos, mayor es su resistencia frente a su influencia. Esta independencia parece aumentar con la edad, lo que puede significar que está asociada con la madurez de los jóvenes.
Las conductas mencionadas llevan a el conformismo, es decir, las modificaciones o la adhesión a opiniones como resultado de la presión real o imaginaria del grupo. Acerca de este fenómeno se hicieron varios experimentos psicológicos, uno de los más significativos fue realizado por Solomon Asch en los años ‘50. Esto consistía en decir la línea igual a una línea X que el experimentador mostraba. Había tres alternativas: A, B, C y la respuesta correcta era la B. Sin embargo, algunos cómplices empezaban afirmando que la línea exacta era la A, así que las personas oyendo eso cambiaban su opinión y respondían como ellos. En conclusión, el 75% de los participantes, aunque sabían que no era la alternativa exacta, respondían como los demás para conformarse frente de un público; en cambio cuando estaban a solas daban la solución correcta. Las posibles causas de la conformidad eran dos: quedaron convencidos, ante el juicio unánime de la mayoría, de que su opinión era equivocada o siguieron la opinión de los demás con el fin de ser aceptados por la mayoría o evitar el rechazo que produciría el desacuerdo en el grupo.
Por otro lado, hoy en día las nuevas tecnologías reorganizan la sociedad y tienen tanta influencia en los jóvenes que estos últimos usan los estereotipos de las redes sociales para encajar. Como el monstruo-ovillo en el vídeo se pone un disfraz por miedo de que sus compañeros lo aíslen, ya que no representa los cánones sociales: los adolescentes se ponen una máscara ante la sociedad para parecerse a estos modelos. En esta época aparecen nuevas exigencias sociales: la hermosura física, el cuidado del cuerpo, la moda de la exhibición. En el corto “Nobody is normal” estos cánones son representados por la reina del baile, no obstante, ella tampoco se muestra tal como es hasta que por error su antifaz se rompe y ella aparece con su figura real, con sus virtudes y defectos.
Por esta razón, se crean una serie de estereotipos y prejuicios que ayudan a explicar y a simplificar la realidad social. De hecho, el psicólogo Gordon Allport afirma que los estereotipos son creencias exageradas para justificar y racionalizar la conducta en general e, incluso, las acciones contra personas o grupos sociales diferentes. En otros términos, se trata de juicios con un carácter esencialmente negativo y sin fundamento que derivarían de un estereotipo. El prejuicio sirve como evaluación o valoración negativa y despectiva hacia una persona que pertenece a otro grupo. Estas actitudes llevan a la discriminación, definida por el profesor de psicología y estudios sociales de la Universidad de Delaware John Dovidio como un comportamiento negativo, dirigido hacia los miembros de un exogrupo hacia el que se mantiene un prejuicio. En un instituto, por ejemplo, un adolescente puede ser discriminado simplemente por vestirse de manera diferente, escuchar música no conforme con la que escuchan los demás.
El uso abusivo de estereotipos y prejuicios puede desencadenar en el etiquetaje social. Como el monstruo-ovillo del corto, muchos chavales se ponen una máscara para encajar y encontrar un lugar en la colectividad, si bien no es lo que quieren ser realmente. En resumen, los jóvenes tienen miedo de ser aislados y juzgados por los coetáneos.
La mayoría de los adolescentes siguen modelos impuesto por la sociedad porque temen la soledad y la exclusión. De hecho, muchas veces cuando alguien toma coraje de ser sí mismo, las demás personas lo aíslan, lo juzgan, lo discriminan, en vez de admirarlo por su originalidad sin prejuicios. Pero ya se sabe que lo diferente asusta. Sin embargo, quien se atemoriza solo es un cobarde, no podemos dejar que los prejuicios se salgan con las suyas. ¡Seamos valientes! ¡seamos nosotros mismos! ¡seamos únicos!
Uno no puede conocerse a sí mismo de verdad si no acepta lo que es. La normalidad no existe: este es el mensaje esperanzador de este vídeo.
Porque resulta difícil, casi imposible, tomar conciencia de sí mismo fijándose en los prejuicios.
Sin embargo, volviendo al tema de la imagen y el cuerpo, no podemos ignorar la creciente presencia de síntomas de bulimia y/o anorexia en las jóvenes (también varones) de hoy en día. Los trastornos en la alimentación que se hacen fuertes en una época en que se introyectan cánones poco racionales de delgadez que hasta llegan a comprometer la vida, como sucedió a algunas famosas modelos.
Algunos adolescentes se enorgullecen por no ser conformistas, pero parecen ser bastante similares a todos los demás. Hay chicos que se conforman con la norma y, por lo tanto, no intentan marcar la diferencia y su personalidad se queda anclada ante el comportamiento de la masa.
Con respecto al conformismo no está bien, como ya hemos visto, sin embargo, el anticonformismo tampoco, ya que induce a la anarquía, que lleva solamente desórdenes sociales. En conclusión, opino que deberíamos seguir todos el refrán: “Pórtate con los demás como quieres que ellos se porten contigo”. De esta manera se evitarían los excesos entre conformismo y anarquía.
En mi opinión, la hermosura física, la fama, la popularidad y el dinero no deberían ser los únicos valores a que la sociedad ambiciona. Tendríamos que seguir la autenticidad, la originalidad, la coherencia entre lo que se piensa, se dice, se siente y se hace. Es más, la capacidad de empatía y comprensión de sí mismo y del otro son las características que dan credibilidad y que el individuo debería emular y perseguir.
Sara Pietrini 3CL
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